Tras la guerra civil española, la demanda de sardinas en salazón, supuso el arranque de la historia de estas salinas del Alemán (Biomaris). Su fundador, Hans Burghard, conocido como “Juan El Alemán” allá por los años 50 del pasado siglo, compró este terreno para crear unas salinas y vender sus productos a la empresa alemana Biomaris, en principio era una empresa orientada al sector cosmético para la fabricación de cremas y jabones. Tras la muerte del alemán, se encargó de la empresa Manuel Rodríguez, un maestro salinero que ya trabajaba en las salinas. Manuel consiguió seguir con la tradición hasta 1985 obteniendo siempre unas salinas de gran pureza en cloruro de sodio.
Las Salinas del Alemán, la componen unas 60 pilas de evaporación que llegan a producir unas 50 toneladas de sal. Situadas en las Marismas de Isla Cristina, entre el Caño del Puntal y el caño del Placerón.
A Manuel le sucedió su hija, Manuela, creadora de la “flor de sal” que es la capa más fina superior extraída de las piscinas. Fruto de la acción del viento y el sol, esta sal cristalizada se recoge manualmente y se empaqueta sin ningún tipo de aditivo. Una sal muy valorada por los expertos gastronómicos, muy saludable y con una carga menor de sodio que la sal tradicional y es rica en calcio, hierro, flúor, magnesio y yodo.
Manuela ha reinventado la forma de extracción y el entorno privilegiado donde se sitúan las salinas. Como si se tratara de un huerto ecológico, donde los expertos salineros recolectan a diario en todas las salidas y puestas del sol este tesoro.
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